Las naranjas
Una vez dos hermanas que
sostuvieron una controversia por unas naranjas. Las dos hermanas, ya casadas y
con sus respectivas familias, estaban encargadas de efectuar las labores de
limpieza de un salón en el cual otras personas habían sostenido una reunión.
Al entrar, la hermana menor, notó que ya no había nadie en el salón, y que
sobre una de las mesas habían quedado 10 naranjas. Se alegró mucho de verlas,
pues sabía que nadie las reclamaría. De manera que empezó a empacar las naranjas
en una bolsa que tenía, mientras se imaginaba el delicioso jugo preparado con
estas frutas que se tomaría esa noche en su casa.
Su hermana mayor entró
repentinamente al salón y al ver las naranjas, exclamó: "Que bien, nos han
dejado 10 hermosas naranjas".
A lo que la menor contestó: "¿Cómo es
eso de que nos han dejado? Dirás, me dejaron a mí 10 naranjas".
"Es que te piensas
quedar con todas ellas?"- replicó la mayor.
"Por supuesto ! Tu
bien sabes, que al que madruga Dios le ayuda. -respondió la hermana mayor-; de
manera que esta vez me correspondió a mí en suerte quedarme con el regalito que
quedó en el salón".
"¿Y no me piensas dar
ni una sola naranja?" -le preguntó juguetonamente la hermana mayor.
"Ya te dije que no. En
otra ocasión la suerte te favorecerá, como ya lo ha hecho antes" -
manifestó la hermana menor.
"A mí esto no me
parece justo! -insistió sorprendida la hermana mayor-.. ¿Qué tal si hubiera
sido yo la primera en entrar a este salón? ¿Te parecería justo que me hubiera
quedado con las 10 naranjas? ¿Te parecería correcto que no te hubiera dado
ninguna?"
"Bueno hermana
-corrigió la menor-, yo te puedo dar un par de naranjas".
Pero la mayor insistió:
"¿Sólo un par? Solo dos naranjitas para la hermana que tanto te ha querido
toda la vida. Casi que me das sólo las migajas."
Esta discusión se prolongó
por algunos minutos, y finalmente, después de algunos disgustos, la hermana
mayor terminó recibiendo 4 de las 10 naranjas que había recogido su hermana
menor.
Esta última se llevó sus 6
naranjas a su casa. Con ellas se preparó un delicioso jugo de naranja, y
mientras lo compartía con su esposo e hijos, pensó en lo afortunada que había
sido al encontrar las 10 naranjas, y sobre todo, al poder quedarse con más de
la mitad de ellas.
Esa misma noche, su hermana
mayor también llevó sus 4 naranjas a su hogar. Cuidadosamente las peló con un
cuchillo, y con las cáscaras de todas ellas preparó un delicioso dulce. Y
mientras lo compartía con su esposo e hijas, pensó en lo afortunada que había
sido al quedarse con 4 de las naranjas, después de no haber tenido ninguna en
sus manos. Terminada la cena, arrojó las pulpas de las cuatro naranjas a la
basura, pues ni a ella ni a su familia les gustaba el jugo de naranja. Entonces
sirvió a todos un vaso de leche que disfrutaron con el dulce de naranja.
Resulta curioso observar
que, las dos se sentían satisfechas con el resultado que obtuvieron. Aún más,
es factible que ninguna de las dos imaginara lo lejos que estaban de haber
llegado a un resultado óptimo.